Iniciativa de ADRA “Mantener seguras a las niñas” ha estado activa por veinte años.
12 de diciembre de 2024 | Wahroonga, Nueva Gales del Sur | Tracey Bridcutt, Adventist Record
Un programa transformador de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) continúa brindando protección a las niñas vulnerables en medio del flagelo del tráfico de personas en Tailandia.
El programa “Mantener seguras a las niñas”, ha sido un faro de esperanza durante dos décadas, ofreciendo seguridad, educación y la promesa de un futuro más brillante para las niñas en riesgo de ser traficadas.
En su forma actual, el programa comenzó bajo el liderazgo de Greg Young, que ahora es director de ADRA en el Pacífico Sur. Por entonces, él era director de ADRA Tailandia. El programa, que operó inicialmente en instalaciones alquiladas, ahora funciona en un refugio en Chiang Rai financiado y construido por ADRA Noruega.
“Cuando comenzamos, se estimaba que había unas ochocientas mil prostitutas en Tailandia que eran menores de 18 años, con doscientas mil menores de 12 años”, explicó Young. “Muchas provenían de grupos étnicos minoritarios en las tierras altas que no tienen ingreso alguno.
“Había gente que visitaba a las familias ofreciéndoles ‘oportunidades’ para que las niñas regresaran con ellos a la ciudad como mozas, niñeras o empleadas domésticas, pero el hecho es que las llevaban a la industria del sexo, por lo que consideramos que era un gran problema”.
Arthur Leung, directivo de control y evaluación de ADRA Tailandia, dijo que el programa apoya a las niñas desde los 5 a los 18 años. “Esas niñas aún no están siendo traficadas, pero hay un gran potencial de que les suceda algo así”, expresó.
Las niñas son identificadas mediante informes de las maestras y el departamento de desarrollo social del gobierno de Tailandia. Para los varones que enfrentan riesgos similares, ADRA se asocia con otro refugio para garantizar que reciban apoyo.
Este año, 19 niñas han recibido atención en el refugio, y cinco de ellas se han reunido con éxito con sus familias a medida que mejoró la situación de sus hogares. El refugio tiene capacidad para treinta niñas. Ellas contribuyen a la vida compartida en el refugio al asumir responsabilidades como las de cocinar los alimentos y limpiar las instalaciones siguiendo un sistema de turnos.
El programa hace frente a una de las causas básicas de la vulnerabilidad: las presiones financieras. “Más allá del refugio, también les brindamos becas para que las niñas ayuden a a mantener a sus familias”, dijo Leung. “El tráfico humano a menudo se produce como resultado de las dificultades financieras.
“Es mejor si los niños pueden permanecer con sus familias”, añadió. “Si todo va bien, nadie debería tener la necesidad de estar aquí, pero mientras sea necesario, les brindaremos ayuda”.
El programa se enfoca no solo en la atención en el refugio sino también en la obra y educación comunitarias. Esto incluye la capacitación en las escuelas sobre temas tales como la seguridad en línea y el hacer frente a riesgos emergentes para niñas vulnerables.
ADRA Tailandia también está haciendo frente a desafíos sistémicos causados por las personas apátridas (los desplazados en la frontera entre Tailandia y Birmania que carecen de documentos de identidad). Esto hace que las familias carezcan de los servicios esenciales del gobierno como la educación gratuita o la atención de salud, lo que aumenta su vulnerabilidad al tráfico.
“Ayudamos a que los padres consigan la ciudadanía, para que sus niños también tengan identidad y acceso a los servicios”, explicó Leung. “Cuando las familias se estabilizan, tienen menos probabilidades de caer en el ciclo del tráfico de personas”.
El impacto a largo plazo del programa es profundo, dado que muchos exresidentes siguen una educación terciaria y una carrera. Una jovencita de 17 años, que ha vivido en el refugio durante diez años, expresó su gratitud, diciendo mediante un traductor: “Todo aquí es alegre”. Su intención es estudiar contaduría después de dejar el refugio.
Al reflexionar en el legado de veinte años del programa, Young dijo: “Fue alentador ver que aún está marcando una diferencia en la vida de las niñas, y que ha evolucionado con los tiempos. Creo que ahora es el programa de ADRA en el mundo que ha estado funcionado por más tiempo”.
Durante las reuniones recientes de fin de año de la División del Pacífico Sur de la Iglesia Adventista, que se llevaron a cabo en Chiang Mai, Tailandia, un grupo de miembro de la Junta Directiva de la División tuvo la oportunidad de visitar el refugio y aprender de su operación.
Terry Kessaris, miembro de la junta proveniente de Australia Occidental, dijo que visitar el refugio fue una “gran educación para mí […]. Realmente me emocionaron no solo las circunstancias de las niñas, sino también el amor, la tención y la seguridad que se les brinda”.
La versión original de esta noticia fue publicada en Adventist Record.
Traducción de Marcos Paseggi
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