Semilla sembrada por fieles testigos da fruto veinticinco años más tarde

En 1999, recibimos a una familia de refugiados en Fort Wayne, Indiana. Ahora tenemos una iglesia.

30 de julio de 2024 | Indiana, Estados Unidos | Carmelo Mercado, Lake Union Herald

En 1999, cuando era pastor de una iglesia adventista del séptimo día, en Fort Wayne, Indiana, Estados Unidos, recibí una llamada de parte de una agencia que asignaba refugiados aceptados para trasladarse a los Estados Unidos.

Esta agencia nos informó que una familia procedente del país de Myanmar deseaba trasladarse a Fort Wayne. En ese tiempo, no sabía que la ciudad de Fort Wayne tenía muchos refugiados procedentes de Myanmar que se habían establecido ahí y que esta familia conocía a personas en ese lugar. Pero es interesante que esta familia se identificaba también como adventista del séptimo día; y, como resultado, la agencia me llamó para ver si nuestra iglesia abría sus puertas para recibirlos y ofrecerles el apoyo que necesitaban.

Miembros de la recién organizada Iglesia Adventista del Séptimo Día Unida Fort Wayne, en Indiana, Estados Unidos. [Imagen: Lake Union Herald]

Presenté rápidamente la propuesta a la junta de la iglesia, la cual aceptó prontamente la solicitud y organizó una comisión que hiciera las preparaciones. Por mi parte, investigué acerca de los comienzos de la obra adventista en Myanmar (país conocido antes como Burma) y descubrí que la obra adventista en este lugar comenzó con la labor de un misionero llamado Eric B. Hare. Juntamente con su esposa, el misionero Hare estableció escuelas, clínicas médicas e iglesias, que dieron como resultado muchas almas ganadas para Cristo y un crecimiento significativo en la labor adventista de esa región.

Infortunadamente, el gobierno actual de ese país está persiguiendo a ciertos grupos étnicos, incluyendo a aquellos que son cristianos y, como resultado, millones de personas han tenido que huir de su país. Cuando recibimos la solicitud, me enteré de que la familia adventista que deseaba venir a Fort Wayne había estado esperando en un campo de refugiados en Tailandia ya por varios meses, esperando algún día ser aprobada por nuestro país.

Después de varios meses de preparación, llegó finalmente el día cuando pudimos recibir a esta familia en el aeropuerto. Les dimos una cálida bienvenida y los conducimos al apartamento que habíamos rentado y amueblado para ellos. Me agradó mucho la forma como los miembros de mi iglesia los aceptaron como familia en la fe. Recuerdo muy bien el sábado cuando se unieron a nosotros en adoración por primera vez. Era muy evidente, a pesar de la barrera del idioma, que esta familia estaba muy feliz de poder adorar a Dios en una iglesia adventista.

Han pasado más de veinte años desde que arribó esta familia. Con el tiempo, el grupo de la iglesia ha crecido al punto en que ahora tiene su propio pastor que los atiende. A través de los años, muchas personas procedentes de Myanmar que viven en Fort Wayne han sido bautizadas y sus hijos han asistido a nuestras escuelas, academias y aun a nuestras universidades adventistas. Podrán ustedes imaginar mi gozo al ver, después de más de20 años, una asistencia de 90 personas reunidas para ser oficialmente organizadas como grupo o compañía de la Asociación de Indiana.

Piensa en esto. La obra adventista en Myanmar se inició con la labor de fieles misioneros que dieron a conocer su fe. La semilla plantada por esos misioneros trajo a una sola familia adventista a los Estados Unidos; y su fe sembró más semillas que dieron fruto, manifestado en una nueva congregación. Por lo que veo, vale la pena compartir la semilla de nuestra fe.

La versión original de esta noticia se publicó en el Lake Union Herald.

Traducción – Gloria A. Castrejón

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